10 enero 2010

Toma mi mano


Toma mi mano

… ¿Despertaste?

Abre los ojos… yo estoy aquí, a tu lado; y seguiré aquí, junto a tí.

Bajo este cielo lleno de estrellas, no podría estar más feliz de yacer contigo sobre la grama verde, humedecida por el rocío, que cubre esta colina despejada con vista al mar y a las incandescentes luces de la ciudad. Sin importar que tan fría sea la briza que nos canta con sus leves susurros, el contacto de tu cuerpo con el mío me da el calor suficiente para estar seguro que, aquí y ahora, esto no es uno de esos sueños donde al finalizar la noche permanecería junto a ti, donde ninguno de los dos tendríamos que regresar a nuestras vidas paralelas…

Sin embargo, esta noche se acerca a su fin y nosotros debemos prepararnos para partir una vez más. Aquí, en este lugar testigo de nuestras emociones, acostados bajo la oscuridad del cielo que se prepara para retroceder poco a poco ante la tenue luz del sol que amenaza con asomarse, yo debo dejar de pensar por un momento en ti para encontrar el punto de salida que utilicé para dejar por una noche mi vida y así poder unirme a la tuya. Pero… ¿cómo podría no querer quedarme contigo un poco más?

¿Cómo podría no gustarme sentir el peso de tu cabeza apoyada sobre mi pecho o el contacto de tu frente con el borde de mi barbilla? ¿Por qué no querría detallar el contorno de tu figura o contemplar el color de tu piel, pálida por la luz de las estrellas? O ¿cuándo dejaría de disfrutar el recorrer la curvatura de tu espalda con mis dedos, sintiendo con cada roce el calor de la sangre que bombea tu corazón?

Antes de que te levantes y tu suave voz diga “adiós”, ¿cómo no querer detener el tiempo para pedirte una cosa más?: toma mi mano.

Con tu mano sosteniendo la mía y mientras aún queden estrellas brillando en el cielo, ambos regresaríamos a mi hogar. Yo iré primero. Lentamente mis pies se alejarán del suelo y con mi mirada fija en tu rostro, mi cuerpo comenzará a ascender hacia el cielo salpicado de estrellas.

Sin importar cuánta confusión se muestre en las arrugas de tu frente, ni cuánto temor se refleje en tus ojos, yo quiero mostrarte que todo estará bien. Por eso, mientras tu mano se aferre a la mía, yo seguiré subiendo y tú lo harás conmigo. Tan pronto como tus pies se despidan de la grama, no te preocuparás por caer porque ya no sentirás a tu peso anclarte a la tierra, y así, una por una, tus preocupaciones se quedarán atrás.

Centímetro a centímetro. Metro a metro. Kilómetro a kilómetro. Nosotros nos alejaremos de las luces de la ciudad y nos acercaremos el uno al otro. No tendremos frío, tampoco temor. Seremos sólo tú, yo y las estrellas.

Cuando ya no queden nubes que atravesar, yo pondré tu mano sobre mi pecho y bordearé tu cintura con mi brazo, acercando tu rostro al mío, susurrando tu nombre, contemplando tu temple. Finalmente, nuestros cuerpos se dividirán en estrellas y nuestro amor se convertirá en una constelación, eterna como el tiempo. Libres, donde todos nos puedan ver, y donde no tendremos que despertar nunca más del sueño que nos separa.

Entonces… ¿te atreves a tomar mi mano?

Autor:kuroi

0 Comentarios...: