27 febrero 2010

Lluvia

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Lluvia

Tú y yo... todavía no estoy seguro de lo que fuimos, de lo que somos, de lo que hemos sido... ¿Alguna vez hemos sido algo? Yo sólo recuerdo que tú siempre haz estado mirando hacia arriba, mirando hacia el cielo por donde yo siempre he flotado como una nube... o por donde al menos solía hacerlo...

Al principio, fuiste tú quien me vio primero pues, ante mis ojos, pensé que eras sólo alguien más que disfrutaba de la sombra pasajera que le brindaba. Sin embargo, tú hiciste algo que nadie había hecho hasta ese entonces: demostraste interés. Interés por ver cómo me movía lentamente, por ver cómo podía cambiar de forma cuando el viento venía a jugar, e interés por ver cuántos colores podía tener cuando el sol decidía bañarme con la luz de su atardecer.

Entonces, comencé a sentirme especial. Fui especial. Gracias a tu interés, nunca me alejé demasiado de ti para que así tu mirada inquisitiva pudiese encontrarme con facilidad. Cada vez me alejaba menos y menos, y sin darme cuenta el cielo se volvió demasiado grande para mí. Tu mirada me había atrapado en una red invisible, una red clavada en el cielo y marcada por las estrellas.

Preso en esa red intangible, yo traté de darte más, siempre más de lo que pensé te gustaba: colores, formas... ¿movimiento? Pero... por alguna razón me pareció que, en algún momento, para ti todo eso dejó de ser suficiente, y así tu mirada algunas veces se desviaba explorando otros lugares del cielo...¿Aburrido, quizás?

Sin darme cuenta, poco a poco fui perdiendo altitud, pensando que así podrías verme mejor; que así, todas esas formas y esos colores tan íntimos que exponía para ti, todos esos detalles tan mínimos pero tan llenos de significado, harían que tu mirada se fijara en mí nuevamente... Poco a poco, mi altura se convirtió en una cuenta regresiva que sólo se detenía cuando tus ojos me reflejaban sobre su córnea.

Sin embargo, ni mis intentos, ni lo que yo tenía para ofrecerte, incluso ni siquiera tu mirada... fueron suficiente para evitar que siguiera cayendo lentamente en caída libre a través del cielo. Demasiado pesado para la red y demasiado monótono para ti, el aire ya no podía sujetarme más y centímetro a centímetro, metro a metro, mientras tú veías hacia un lugar vacío en el firmamento, comencé a desmoronarme y lo que alguna vez me hizo especial para ti pasó a transformarse en numerosas gotas de agua.

Gota a gota dejé de ser algo diferente para convertirme en un montón de cosas iguales. Un universo finito de clones que caían en picada. En silencio, me fui deshaciendo de mis pensamientos y de mis sentimientos, cada uno convertido en una gota diferentemente igual a las otras que caían al vacío con la intención de tocarte, pero todavía me encontraba lejos de ti... muy lejos...

Mi lluvia de lamentos, de alegría, de dolor y de deseos siguió por mucho tiempo, mientras tu mirada distante se entretenía en otro lugar y mis gotas caían en frente de ti, acercándose cada vez más sin que te dieras cuenta. ¿O es que no querías darte cuenta?

Gota tras gota esperé que tu mirada regresara a mí, que volviera para hacerme especial nuevamente y así pudiera detener el conteo regresivo que se acercaba a su fin... Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco gotas faltaban por caer... Cuatro... Tres, y el recuerdo de lo que ser especial se desprendió de mi... Dos y la imagen de tus ojos abiertos observando el cielo cayó por el vacío... Una y finalmente el sentimiento de mi amor por ti se dejo llevar por su propio peso... ¿Amor? ¿O era sólo fascinación? ... Cero... y tus pupilas voltearon a contemplar la red vacía que alguna vez me atrapó en el cielo...

Mientras tus ojos trataban de descifrar el cambio en la aparente monotonía de aquel sector del espacio, mis últimas gotas siguieron cayendo hasta que llegaron a su destino final. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis gotas que humedecieron el suelo a centímetros de tus pies. Una gota que tocó la uña del dedo meñique de tu pie derecho. Otra gota que cayó sobre tu hombro derecho y que luego, víctima de la gravedad, se dejó deslizar por la curvatura de tu espalda. Una gota que cayó por tu cuello y deslizándose por tu yugular siguió descendiendo hasta pasar por tu pecho. Finalmente, una gota que cayó sobre tu ojo izquierdo haciéndote pestañear y luego, como una lágrima falsa, se deslizó por tu mejilla pasando de la comisura del borde de tus labios, añorando algo que sólo pudo ver, hasta que finalmente llegó a tu barbilla donde permaneció por unos instantes... Pensando sólo en ese sentimiento de amor hacia ti, con un último suspiro aquella gota solitaria, tan común pero tan diferente, se despidió de tu cuerpo y se dejó precipitar hacia el suelo... Pensando que algún día volvería a evaporarse para formar una nueva nube que surcaría los cielos, libre de alguna red, sin ataduras y sobre todo...sin necesidad de ser especial

Autor:kuroi

20 febrero 2010

En ésta playa

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En ésta playa

Aquí estoy de nuevo, a la orilla de este mar lleno de olas y bajo la sombra de este cielo nocturno forrado de nubes. ¿Cuántas veces tendré que pensar en lo que quiero? ¿Cuántas tendré que ver lo que no tengo? Y ¿cuántas veces tendré que entregarme a ésta agua, fría y salada, y dejar que sus olas despejen mi mente?

No importa cuántas veces mire hacia atrás, sobre la arena de esta playa sólo encontraré un par de huellas: las mías. Aquellas huellas que dejé mientras observaba a mis pies hundirse en la arena, consciente de mi peso sobre ellas, y consciente de los granos que se deslizaban entre mis dedos. Yo sé que probablemente, quizás… en algún momento del camino hubo marcas de otros pies junto a los míos, pero esos caminaron muy cerca del alcance de las olas y sus rastros desaparecieron como las estrellas bajo este cielo lleno de nubes. En cambio, tarde o temprano, las pocas huellas que lograron quedarse secas fueron borradas por sus dueños cuando éstos decidían alejarse de aquí, de esta playa solitaria que desde hace tiempo está habitada sólo por mí.

A veces es curioso cuando piensas que las cosas más sencillas son las más difíciles de obtener, como le pasa a las olas por ejemplo. Una y otra vez, el mar intenta llevarse consigo aquellos granos de arena grandes y sencillos, aquellos de superficie lisa, esos que a veces son tan grandes que para muchos dejan de ser preciosos pero que para el mar esos son los que valen la pena… Con sus olas el trata y trata de arrastrar a sus aguas ese grano que llama su atención, pero sin embargo, el peso de éstas sólo logra enterrarlo más y más entre sus pares más finos y comunes, aquellos que al ser más pequeños son arrastrados con mayor facilidad que esos granos tercos y pesados.

Ola tras ola, una y otra vez el mar intenta sin éxito. Una y otra vez y nunca se rinde. A pesar de que con cada intento sus manos siempre terminan vacías, para él es suficiente acariciar ese grano que sabe quizás nunca podrá obtener…

Yo sé bien que, aún cuando no esté consciente de eso, yo volveré aquí y me ahogaré en pensamientos que nublen mi cielo, aún cuando el viento salado intente alejarlos de mí, yo me aferraré a ellos porque me hacen sentir que aún tengo esperanza, que no todo está perdido, porque mientras éste corazón dañado, herido, maltrecho y oxidado por la sal del mar sea capaz de sentir algo, lo que sea, yo sabré que la brillante luz de la luna brilla detrás de éstas nubes grises y opacas. Mientras tanto, sólo tendré que concentrarme en esos momentos tibios y dulces, esos que dibujan una curvatura en mis labios, para así dejar que, ola tras ola, el mar arrastre consigo lo salado de mis pensamientos.

Con el mar y sus olas, yo me quedaré aquí, en esta playa silenciosa y solitaria, esperando encontrar ese grano de arena que decida dejar sus pisadas junto a las mías lo suficientemente lejos del vaivén de las olas y que, además, esté dispuesto a dejar huellas que no puedan ser borradas por sus pies, de modo que cuando mire hacia atrás siempre las pueda ver adornar el recorrido que hicieron sobre la arena que cubre esta playa, la playa de mi corazón

Autor:kuroi

14 febrero 2010

Ésto no es amor

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Ésto no es amor

Esta no es una historia de amor. En serio: no lo es.

En este mundo, donde todos hablan del amor y sus virtudes, de cuán hermoso y maravilloso es, yo no podría estar más en desacuerdo…

Verás, para muchos el amor es una figura elegante de proporciones perfectas que llega sin avisar y se queda a su lado día y noche, noche y día. Su rostro exhibe una sonrisa tan radiante que, con tan sólo ver la más mínima curvatura en esos labios tan carnosos es suficiente para hacer que el resto del día sea sólo juego muy divertido. Su mirada es tan cautivadora que, sus víctimas, se pueden perder por horas detallando hasta la más infinitamente pequeña línea del iris, hipnotizados… ensimismados… recorriendo el camino de la vida guiados por la mano del amor…

Tú podías verlos por ahí, siempre en parejas, siempre felices y nunca pensando en los demás… ¿Qué había de mí? ¿Dónde estaba mi amor?... Pues, estuviese donde estuviese, ciertamente no estaba cerca de mi… ¡y yo tampoco lo necesitaba de todos modos!
Los días pasaron y pasaron otra vez y con ellos llegaban las semanas, los meses y los años, y mientras tanto yo contemplaba sentado el vaivén de parejas desfilar frente a mis ojos, hasta que por fin pasó… Sin darme cuenta, llegó a mí por la espalda, siendo su tímido golpecito sobre mi hombro derecho lo que me hizo voltear y… todavía pienso que quizás hubiese sido mejor no haberlo hecho…

¿Ya dije que la gente siempre ha dicho que el amor es algo hermoso, agradable y maravilloso?... En mi caso, el amor no podría ser algo más amorfo, desagradable y horroroso… y la cosa más extraña también… en serio…

Para empezar, ella… ¿él?... ¡eso! Lo que sea que tuviese al frente de mí tenía una pierna el doble de larga que la otra, la cual no podía hacer algo más aparte de colgar en el aire al no poder alcanzar el suelo. Su torso, tan pequeño como una pelota de fútbol, servía de soporte a 2 brazos alargados, uno más grueso que el otro que se balanceaba ligeramente de adelante hacia tras y viceversa, intentando mantener el equilibrio cuando aquella figura quería mantenerse de pie… De su espalda, o de lo que podría decirse que era su espalda, salía una especie de aleta que simulaba una joroba bastante pronunciada. Su boca… o mejor dicho: su “boca”, estaba oculta por un conjunto de tentáculos que se movían inquietos sin parar… Aunque debo admitir que, por fortuna, sus ojos eran su mejor atributo… ya que no los tenía…
Maravilloso, ¿no?

Sin importar qué hiciera, esa figura siempre me seguía a todos lados, por más que intentara alejarme de ella siempre, ¡siempre!, tarde o temprano lograba alcanzarme y cuando lo hacía… peor que el más psicópata de los acosadores, extendía alguna de sus manos y junto con sus nunca inmóviles tentáculos… intentaba tocarme... pero yo no la dejaba. No la necesitaba…

El tiempo ha seguido pasando desde que apareció, y los días han traído nuevas semanas, nuevos meses y nuevos años, y sin importar todo lo que hice para deshacerme de esa figura, ella sigue aquí a mi lado… intentando todavía alcanzarme con sus dedos y sus tentáculos, y yo sigo aquí evitando que lo haga, mientras observo sentado en el mismo lugar de siempre el vaivén de personas siempre acompañadas por sus hermosas figuras de amor…

Como dije: esta no es una historia de amor… Después de todo ¿cómo podría estar enamorado cuando mi corazón ha pasado tanto tiempo aislado en la soledad y ya se ha olvidado de lo que es sentir? ¿Cómo podría reconocer al amor cuando ya se ha olvidado de cómo hacerlo? ..

Sin importar cuántas veces ésta figura deforme abra esos ojos brillantes que tiene en la nuca cada vez que le doy la espalda para que así, el azul de sus ojos tan claro como el cielo de primavera, me ilumine en mi oscuridad, transformando la noche en día… Sin importar cuantas veces sus tentáculos se muevan en armonía para revelar una sonrisa más radiante que la luz de la luna llena en la noche más oscura, y así rescatarme de ahogarme en pensamientos amargos… Sin importar todo eso… esta… esta todavía no es una historia de amor, ¿cierto?


Autor:kuroi

13 febrero 2010

Fragmentos

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Fragmentos

Una palabra. Hola
Dos palabras. Te quiero.
Una verdad. Me gustas.
Una mentira. No importa que no estés a mi lado.

Un gesto.
Muchos gestos.

Un deseo. Tenerte a mi lado.
Un anhelo. Estar a tu lado.
Una realidad…

Un problema. Tu rechazo.
Un sentimiento. Dolor.
Una emoción. Decepción.

Una lágrima. Sobre mi mejilla.
Más lagrimas. Sobre mi almohada.
Llanto.
Mucho llanto.

Muchas emociones.
Sólo un resultado. Depresión.

Un tiempo.
Mucho tiempo.

Una persona. Un intento.
Dos personas. Dos fracasos.

Silencio.
Soledad.
Muchas personas. Muchos “nada”.
Ansiedad.

Tiempo.
Mucho tiempo.

Una esperanza. Tú.
Un sentimiento.
Una emoción.
Una ilusión.

Una realidad. Quiero ser feliz.
Un anhelo. Que tú también.
Un deseo. Que sea conmigo.

Una mentira. Tú eres la primera.
Una verdad. Te amo.
Dos palabras. Yo también.
Una palabra. Amor.

Una pregunta. ¿Por siempre?
Una respuesta. Quizás.


Autor:kuroi

07 febrero 2010

Brazos rotos

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Brazos rotos

Como toda historia que se repite, hoy vuelvo a ti, a esta habitación oscura y sin ventanas, a esta habitación que sólo tiene cuatro paredes, una puerta y una cama.

Hoy ha sido otro día más, un día cargado de emociones y de pensamientos llenos de anhelos y de frustraciones… pero eso no importa ya. Hoy regresé, como siempre, para acostarme en esta cama y perderme en recuerdos, pero sobre todo, para dejar que el silencio invada mi mente y me haga pensar menos en lo que esperaba de ti, en lo que siempre he esperado y en lo que algún día espero encontrar…

De ti yo esperaba que me hablaras, yo quería que me vieras a la cara y dejaras escapar una de esas hermosas sonrisas que iluminaban tu rostro, feliz por verme una vez más, por estar allí, contigo. Yo quería que pensaras en mí y te sonrojaras, víctima de tu propia imaginación descontrolada e inocente a la vez, demasiado inocente… Yo quería que tú me abrazaras y, mientras sentía el calor de tus brazos extenderse sobre mi piel, que tú me dijeras que querías hacer todo eso por mí, no importaba si querías hacer mucho más porque eso ya era suficiente para alcanzar mi felicidad.

Quizás… sólo necesitaba que en ese abrazo íntimo, compartido entre tú y yo, me dijeras que querías permanecer así, de esa manera, cada vez que pudieras“siempre” no era una opción. “Siempre” era demasiado, era una falacia que ambos sabíamos era mentira… pero en cambio, “cada vez que pudieras” era simplemente perfecto.

Sin embargo, supongo que todo eso era mucho pedir, pues hoy estoy aquí porque de tu abrazo sólo quedaron tus brazos, ya que el resto de tu cuerpo pareció desaparecer junto con tus palabras, dejándome una vez más en la entrada de esta habitación fría, abandonada y vacía.. a donde sólo vengo a acostarme por un rato nada más, un rato marcado por un tiempo de pasos para nada uniformes.

Hoy me acuesto para dejar que estos brazos, tus brazos, caigan de una vez por su propio peso… solos, y que se unan así a esta colección de brazos caídos que forman la cama donde me encuentro…

Aquí, en esta cama de brazos, brazos fuertes, hermosos, débiles y heridos… todos distintos, todos vivos, todos del ayer… Aquí, yo seguiré recostándome para olvidar, y especialmente, para volverme a convencer de que algún día podré encontrar aquel par que no sólo se atreva a tocarme o a acariciar mi piel, o a sentir el calor de mis labios… yo seguiré esperando encontrar aquel que quiera aferrarse a mí con un abrazo, en vez de dejarse caer tarde o temprano en esta cama, una cama de brazos rotos.

Autor:kuroi

03 febrero 2010

Rocas

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Rocas

Memorias, recuerdos, olvido... ¿Alguna vez te has preguntado cuánto tiempo hace falta para olvidarte de algo? Algo pequeño, algo grande, algo horrible o algo hermoso. Algo. ¿Cuánto tiempo es necesario para que la clara imagen del recuerdo de algo cotidiano se convierta en una nube borrosa de lo que alguna vez fue? ¿Cuánto tiempo hace falta para que, por ejemplo, puedas olvidarte de cómo era la luna?... No lo sé, mucho tiempo quizás… aún no recuerdo cuándo fue que deje de recordar que ya no la recordaba más…

Sin embargo, hay cosas que muy a pesar del paso del tiempo son imposibles de olvidar. Aquellos momentos que, de alguna u otra forma, se tatuaron en mi memoria. Momentos llenos de sentimientos, momentos emotivos, momentos alegres, momentos que quisiera algún día poder olvidar…

Quizás no lo sepas, pero tú… tú una vez fuiste la energía que movía mi cuerpo y me hacía caminar sin destino, siempre siguiéndote a donde fueras. Aún cuando al principio no lo supieras… Tu pálido cuerpo me recordaba a la luna, tranquila y elegante, flotando en el cielo. Entonces, la primera vez que nuestras miradas se cruzaron fue como si tú y yo nos convertíamos en uno solo, no había nadie más, sólo nosotros dos; ahí, durante esa milésima de segundo, durante ese momento insignificante en el transcurso del tiempo, pude apreciar en detalle la hermosura de tu rostro: cuántas pecas tenías, el número de colores que se mezclaban el iris marino de tus ojos, la forma de tu boca y la curvatura de tus mejillas… Tú me sonreíste, y yo me paralicé… Tú te volteaste y seguiste caminando, y yo te observé en silencio mientras te alejabas…

Pero entonces, por alguna razón gané confianza y varias veces intenté acercarme a ti, convertirme en algo más que el rostro ocasional que te encontrabas esporádicamente, en algo más que la extensión discreta de tu sombra a la distancia, en algo más que el satélite que orbitaba alrededor de tu ser… Y tú me aceptaste, y yo fui tu amigo… Sin embargo, yo quería más, pero tú no podías darme ese más… no querías ser ese más…

Victima de mi gula y de mi terquedad, muchas veces lo intenté y muchas veces fracasé, y con cada fracaso terminaba cavando un hueco cada vez más profundo. Te ofrecía mi mano y tú eras autosuficiente. Te ofrecía mi hombro y tú no querías llorar. Te ofrecía mis consejos y tú tenias los tuyos… Y yo cavaba, cavaba y cavaba otra vez, hasta que finalmente el hueco se convirtió en una cueva, una cueva oscura y profunda, de paredes sólidas como la roca y donde la luz plateada que se reflejaba sobre tu piel se quedó atrás, en la entrada del hueco que tú me hiciste cavar…

Ahora de la luna sólo quedan rocas, rocas que tallé con su forma, rocas que se convirtieron en ti… Fue entonces cuando tu rostro perdió sus pecas, cuando el iris de tus ojos se tornó terracota y cuando tus mejillas perdieron su curvatura para tornarse angulosas…

Como dije, ya no sé cuánto tiempo hace falta para olvidarte de algo, y ya no sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que dejé de recordar que ya no te recordaba… En cambio, si se que desde el momento que dijiste “Ya no hace falta que nos veamos nunca más”, muchas cosas dejaron de ser igual; y ahora, del pasado sólo quedan… rocas.

Rocas, tierra y oscuridad.

Rocas, tierra y soledad.

Rocas, tierra y… yo…

Autor:kuroi

01 febrero 2010

Viento

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Viento

Nunca pensé que algún día volvería a este lugar, al menos no sin ti a mi lado. Aquí es donde nos conocimos, ¿te acuerdas? Al igual que ahora, el cielo se teñía de colores naranja mientras el sol lentamente se hundía en el horizonte, bañándose en las oscuras y frías aguas del mar. Las olas, las olas rugían feroces al estrellarse por debajo de nosotros contra las paredes rocosas del acantilado donde nos encontrábamos. Tú tomaste mi mano preocupada, asegurándome que debíamos irnos, mientras que el viento lleno de sal arrojaba tu cabello sobre tu rostro, al mismo tiempo que traía consigo las enormes nubes negras que anunciaban una tormenta… pero de eso hace mucho tiempo ya.

Hoy he venido a despedirme de ti, de estos recuerdos que no me dejan avanzar, de estos recuerdos que me encadenan y no me dejan abrir mis alas para seguir volando alto entre las nubes, alto en el cielo teñido de colores oxidados al atardecer. Alto, alto en el cielo lleno de estrellas de la noche, alto antes de que salga la luna, alto donde pueda sentir al viento…

A pesar de que la vida está llena de momentos, momentos buenos y malos que terminan convirtiéndose en recuerdos, he decidido ser como el viento: libre. Libre de esos recuerdos que atan, libre de esos recuerdos que traen dolor, libre de esos recuerdos que amargan y que no te dejan continuar… De esos recuerdos que, como las nubes más oscuras que flotan en el cielo, el viento arrastra consigo por un tiempo pero, tarde o temprano, los deja atrás… No en el olvido, pero sí atrás en un lugar que sabe visitó, pero que no sabe cuándo volverá…

Así, quizás, algún día nos volvamos a encontrar; y será como ahora, como esta brisa tranquila que rodea mi cuerpo. Y a pesar de que no pueda verte, cerraré mis ojos y sentiré tu mano sosteniendo la mía, tu pecho apoyándose sobre mi espalda y tu mano libre recorriendo mi quijada, guiándola hacia la derecha, donde tu rostro se encontrará esperando mi mirada, con tu cabello ondeando en dirección al mar.

Entonces rodearas mi cuerpo, y bajo el cielo oscuro lleno de estrellas te colocaras en frente de mí. Ahí nos observaremos en silencio, yo en el risco y tú flotando sobre el mar, diciendo con nuestras miradas lo que no nos habíamos dicho en mucho tiempo. Ahí, el viento agitará tu vestido largo y fantasmal, mientras la luna comienza a reclamar su lugar en el, hasta entonces, oscuro cielo de la noche.

Al final, cuando el satélite terminara de salir del mar y su plateada luz se reflejara sobre la inquieta superficie del agua, bailando al compás de la melodía compuesta por las olas y el viento, tú me tomarás de las manos y juntos, saboreando la sal en el aire, navegaremos el cielo bajo las estrellas donde nos perderemos entre la noche, flotando como el viento, libres de nuestros pasados, hasta llegar a la luna…

Autor:kuroi