03 febrero 2010

Rocas


Rocas

Memorias, recuerdos, olvido... ¿Alguna vez te has preguntado cuánto tiempo hace falta para olvidarte de algo? Algo pequeño, algo grande, algo horrible o algo hermoso. Algo. ¿Cuánto tiempo es necesario para que la clara imagen del recuerdo de algo cotidiano se convierta en una nube borrosa de lo que alguna vez fue? ¿Cuánto tiempo hace falta para que, por ejemplo, puedas olvidarte de cómo era la luna?... No lo sé, mucho tiempo quizás… aún no recuerdo cuándo fue que deje de recordar que ya no la recordaba más…

Sin embargo, hay cosas que muy a pesar del paso del tiempo son imposibles de olvidar. Aquellos momentos que, de alguna u otra forma, se tatuaron en mi memoria. Momentos llenos de sentimientos, momentos emotivos, momentos alegres, momentos que quisiera algún día poder olvidar…

Quizás no lo sepas, pero tú… tú una vez fuiste la energía que movía mi cuerpo y me hacía caminar sin destino, siempre siguiéndote a donde fueras. Aún cuando al principio no lo supieras… Tu pálido cuerpo me recordaba a la luna, tranquila y elegante, flotando en el cielo. Entonces, la primera vez que nuestras miradas se cruzaron fue como si tú y yo nos convertíamos en uno solo, no había nadie más, sólo nosotros dos; ahí, durante esa milésima de segundo, durante ese momento insignificante en el transcurso del tiempo, pude apreciar en detalle la hermosura de tu rostro: cuántas pecas tenías, el número de colores que se mezclaban el iris marino de tus ojos, la forma de tu boca y la curvatura de tus mejillas… Tú me sonreíste, y yo me paralicé… Tú te volteaste y seguiste caminando, y yo te observé en silencio mientras te alejabas…

Pero entonces, por alguna razón gané confianza y varias veces intenté acercarme a ti, convertirme en algo más que el rostro ocasional que te encontrabas esporádicamente, en algo más que la extensión discreta de tu sombra a la distancia, en algo más que el satélite que orbitaba alrededor de tu ser… Y tú me aceptaste, y yo fui tu amigo… Sin embargo, yo quería más, pero tú no podías darme ese más… no querías ser ese más…

Victima de mi gula y de mi terquedad, muchas veces lo intenté y muchas veces fracasé, y con cada fracaso terminaba cavando un hueco cada vez más profundo. Te ofrecía mi mano y tú eras autosuficiente. Te ofrecía mi hombro y tú no querías llorar. Te ofrecía mis consejos y tú tenias los tuyos… Y yo cavaba, cavaba y cavaba otra vez, hasta que finalmente el hueco se convirtió en una cueva, una cueva oscura y profunda, de paredes sólidas como la roca y donde la luz plateada que se reflejaba sobre tu piel se quedó atrás, en la entrada del hueco que tú me hiciste cavar…

Ahora de la luna sólo quedan rocas, rocas que tallé con su forma, rocas que se convirtieron en ti… Fue entonces cuando tu rostro perdió sus pecas, cuando el iris de tus ojos se tornó terracota y cuando tus mejillas perdieron su curvatura para tornarse angulosas…

Como dije, ya no sé cuánto tiempo hace falta para olvidarte de algo, y ya no sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que dejé de recordar que ya no te recordaba… En cambio, si se que desde el momento que dijiste “Ya no hace falta que nos veamos nunca más”, muchas cosas dejaron de ser igual; y ahora, del pasado sólo quedan… rocas.

Rocas, tierra y oscuridad.

Rocas, tierra y soledad.

Rocas, tierra y… yo…

Autor:kuroi

1 Comentarios...:

Carolina dijo...

Si.. me he preguntado cuanto tiempo pasará antes de olvidar a alguien o algo. Es una pregunta muy común y muy frecuente en mi vida. Olvidar se hace cuesta arriba cuando se han vivido momentos de felicidad.

que cómico justamente hoy me hice esa pregunta. ¿cuando lo olvidaras?

salu2 excelente blog!