20 febrero 2010

En ésta playa


En ésta playa

Aquí estoy de nuevo, a la orilla de este mar lleno de olas y bajo la sombra de este cielo nocturno forrado de nubes. ¿Cuántas veces tendré que pensar en lo que quiero? ¿Cuántas tendré que ver lo que no tengo? Y ¿cuántas veces tendré que entregarme a ésta agua, fría y salada, y dejar que sus olas despejen mi mente?

No importa cuántas veces mire hacia atrás, sobre la arena de esta playa sólo encontraré un par de huellas: las mías. Aquellas huellas que dejé mientras observaba a mis pies hundirse en la arena, consciente de mi peso sobre ellas, y consciente de los granos que se deslizaban entre mis dedos. Yo sé que probablemente, quizás… en algún momento del camino hubo marcas de otros pies junto a los míos, pero esos caminaron muy cerca del alcance de las olas y sus rastros desaparecieron como las estrellas bajo este cielo lleno de nubes. En cambio, tarde o temprano, las pocas huellas que lograron quedarse secas fueron borradas por sus dueños cuando éstos decidían alejarse de aquí, de esta playa solitaria que desde hace tiempo está habitada sólo por mí.

A veces es curioso cuando piensas que las cosas más sencillas son las más difíciles de obtener, como le pasa a las olas por ejemplo. Una y otra vez, el mar intenta llevarse consigo aquellos granos de arena grandes y sencillos, aquellos de superficie lisa, esos que a veces son tan grandes que para muchos dejan de ser preciosos pero que para el mar esos son los que valen la pena… Con sus olas el trata y trata de arrastrar a sus aguas ese grano que llama su atención, pero sin embargo, el peso de éstas sólo logra enterrarlo más y más entre sus pares más finos y comunes, aquellos que al ser más pequeños son arrastrados con mayor facilidad que esos granos tercos y pesados.

Ola tras ola, una y otra vez el mar intenta sin éxito. Una y otra vez y nunca se rinde. A pesar de que con cada intento sus manos siempre terminan vacías, para él es suficiente acariciar ese grano que sabe quizás nunca podrá obtener…

Yo sé bien que, aún cuando no esté consciente de eso, yo volveré aquí y me ahogaré en pensamientos que nublen mi cielo, aún cuando el viento salado intente alejarlos de mí, yo me aferraré a ellos porque me hacen sentir que aún tengo esperanza, que no todo está perdido, porque mientras éste corazón dañado, herido, maltrecho y oxidado por la sal del mar sea capaz de sentir algo, lo que sea, yo sabré que la brillante luz de la luna brilla detrás de éstas nubes grises y opacas. Mientras tanto, sólo tendré que concentrarme en esos momentos tibios y dulces, esos que dibujan una curvatura en mis labios, para así dejar que, ola tras ola, el mar arrastre consigo lo salado de mis pensamientos.

Con el mar y sus olas, yo me quedaré aquí, en esta playa silenciosa y solitaria, esperando encontrar ese grano de arena que decida dejar sus pisadas junto a las mías lo suficientemente lejos del vaivén de las olas y que, además, esté dispuesto a dejar huellas que no puedan ser borradas por sus pies, de modo que cuando mire hacia atrás siempre las pueda ver adornar el recorrido que hicieron sobre la arena que cubre esta playa, la playa de mi corazón

Autor:kuroi

0 Comentarios...: