06 abril 2010

La Luna, el Viento y la Tierra


La Luna, el Viento y la Tierra

Al principio, siempre pensé que tú y yo éramos como el viento y la luna… Tú siempre fuiste libre de ir y venir cuando quisieras, recorriendo diversos lugares, arrastrando contigo nuevas fragancias o saboreando superficies familiares o desconocidas, parando sólo cuando quisieras, haciendo cosas que yo sólo podía observar, cosas que sólo podía experimentar de forma indirecta a través de ti… Para mí, el sólo verte era suficiente…

En cambio, al igual que la luna, yo siempre estuve ahí, presente. Aún cuando mi luz no iluminara por completo el cielo por el que transitabas, siempre estuve ahí, pendiente de ti… observándote, buscándote… Siempre con mis heridas expuestas por si las querías ver, por si las querías contar o por si querías hablar de ellas. A pesar de la distancia, y aunque algunas veces mi timidez no me dejaba mostrarme por completo, siempre esperaba por el momento en que, por alguna razón, te detenías a verme…

Sinceramente, nunca esperé mucho de ti. Como dije antes, con sólo verte me era suficiente, nada más con saber que estabas ahí podía desaparecer del cielo y aun así ser feliz… mientras pudiera verte mover… tan sólo verte mover… Aunque nunca estuvimos cerca, me gustaba pensar que podía escuchar el tenue sonido de tu voz susurrarle al mar, susurrarle a los árboles del bosque, susurrarle al cielo las cosas que pensabas sobre… ¿mí? Quizás querías saber cómo llegar a mí, por eso le preguntabas a las nubes qué tan lejos estaba, y a veces, por eso jugabas con ellas y las esculpías en formas tan hermosas que ¿cómo podría yo no verlas? ¿Cómo podría yo no apreciarlas? ¿Cómo podría yo… pensar que no eran para mí?

Sin embargo, con el pasar del tiempo fui descubriendo que, al final de todo, nunca estuve en lo correcto… Que no era yo por quien te detenías de vez en cuando. Que no era yo la razón de tu susurro al mar, que no era yo la razón de tus susurros a los árboles de un bosque. Que en realidad, no querías preguntarle a las nubes por mí, sino que le preguntabas qué veía yo desde acá. Pero sobre todo, descubrí que las nubes que deformabas no eran para que yo las apreciara… eran para que no pudiera ver lo que hacías con tu verdadero amor… la tierra.

¿Cómo pude pensar que preferirías a alguien en la distancia cuando podías tener algo tan cerca? En realidad… no lo sé… Todavía no entiendo cómo pude permitirme pensar de esa manera. ¿Por qué no pude ser feliz manteniendo mi distancia de ti? Como siempre había sido…

De todos modos, no puedo culparte y tampoco puedo quejarme. Después de todo yo siempre fui un espectador, tú siempre fuiste libre, y nosotros… nosotros siempre fuimos la luna, el viento y la tierra…

Autor:kuroi

1 Comentarios...:

Sandum dijo...

Excelente, excelente, super duper analogía... Me encanto! Saludos!