14 marzo 2010

Cuando llueven hojas


Cuando llueven hojas

Esta es la tercera vez que ambos venimos al mismo lugar. No estoy seguro de cuánto tiempo ha pasado desde la primera vez que intercambiamos palabras más allá de un simple “hola”, pero hasta ahora me conformo con saber que los momentos agradables que he compartido contigo han sido más que suficientes, por eso no necesito contarlos ni mucho menos enumerarlos.

Hoy el cielo se debate entre si ser cómplice al cubrirnos con la sombra de sus nubes, o si ayudarnos a distinguir el brillo de nuestros ojos al iluminarnos con la cálida luz del sol, esta vez demasiado cálida quizás. Sin importar cuál sea su decisión, nosotros seguiremos sentados sobre ésta grama bañada de sombras y salpicada por los rayos de luz que los árboles, victimas del verano, dejan pasar por entre sus ramas, pues la mayoría de sus hojas secas han preferido abandonarlas para intentar quitarle un poco de humedad al suelo.

Sé bien que conversaremos sobre la monotonía de nuestras vidas y sobre las cosas que algún día queremos hacer, ya sea solos o en compañía de alguien más. También compartiremos nuestras quejas y cada uno intentará comprender ese dolor. Durante horas nuestras bocas dejaran escapar palabras llenas de significados explícitos, así como otras ricas en mensajes ocultos que esperan sean descifradas según el código de nuestros labios y miradas.

Sin embargo, por mucho que quiera escuchar la melodía de tu voz o lo descabellado de tus ideas, tarde o temprano te cansarás de hablar y el sonido del viento sacudiendo las ramas de los árboles será la música que amenizará nuestros momentos de silencio. Momentos donde tú te distraerás contando las hojas sobre la grama o distinguiendo a las pequeñas aves camuflajeadas entre la vegetación. Aunque si pudiera escoger, prefiero esos momentos donde tu rostro se ilumina y tu mirada se pierde entre la lluvia de hojas que, arrastradas por el viento, van danzando elegantemente en el aire su camino hacia el suelo, luciendo aunque sea por sólo unos segundos esos tonos que contrastan con la claridad del cielo.

Esos momentos, cuando se supone que ambos deberíamos distraernos con lo mismo, yo me escaparé sin que te des cuenta y me atreveré a distraerme con la forma de tus manos y la distancia que separa tus dedos, o con la silueta de tus pies descalzos reposando sobre la tierra húmeda que se atrevió a dejar rastros sobre tu piel. Me atreveré también a ver cómo el viento ondea tu cabello y la forma cómo éstos se atreven a cubrir traviesamente el hermoso color de tus ojos.

Mi mirada recorrerá con cuidado cada línea, cada curva de tu rostro, repasando detalles que me cautivaron y descubriendo otros que había ignorado. Mis ojos repasaran la forma de tus hombros, pasando por tu cuello y luego por tu quijada, para finalmente llegar a tus labios rosados donde se quedarán un rato, intentando contar los pliegues que se dibujan sobre ellos. Pero entonces, sin darme cuenta caeré víctima del pánico o de la decepción… porque sin querer habré descubierto la gran distancia que hay entre los dos…

Aún cuando apenas estas a poco menos de un metro lejos de mí, ¿por qué siento que tengo que viajar más de una semana para llegar a ti? ¿Por qué, a pesar de todo, no estás un poco más cerca?
Más cerca de mi boca.

Autor:kuroi

2 Comentarios...:

The Dreamer dijo...

Por que todas tus historian deben ser tristes, de separaciones o anhelos con pocas esperanzas de cumplir? Lo bueno es que en esta historia no hace falta descifrar las palabras. Mas clara que el agua! :)

kuroi dijo...

Se que la mayoría de mis historias son tristes, pero ésta en particular no me parece que lo sea en lo absoluto. Todo depende de la interpretación que le des.

Me gustaría saber que entendieron de ella, y si gustan, luego les explico cual fue la escena que me imaginé cuando la escribí.

Saludos y gracias por leer :D